James Bond
Hern, Gammidge y McLusky
Planeta DeAgostini. Barcelona, 2006.

 

 

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Bond en viñetas

El próximo estreno de la última película del más famoso espía al servicio de su majestad ha puesto en funcionamiento la franquicia. Los suplementos dominicales se cargan de chismorreos sobre la nueva encarnación de Bond y el tamaño de su glande, a las librerías llegan sesudos estudios sobre la ya larga vida del personaje y Planeta ha tenido la feliz idea de editar sus tiras de prensa.

Debería decir reeditar ya que en parte fueron publicadas por BuruLan primero y Planeta después, como todos los aficionados recuerdan. Pero resulta que sólo habíamos visto una parte, la confeccionada por Jim Lawrence y Yaroslav Horak. Ambos crearon un conjunto de aventuras tan trepidantes como inteligentes, ajustándose a la fachada más dura del héroe. El dibujo de Horak era tan peculiar como su biografía. Nacido en Manchuria y nacionalizado australiano, se hizo cargo de la tira al trasladarse a Inglaterra. Su dibujo, lleno de trazos decididos, líneas de fuerza y acabados sorprendentes, no pasa desapercibido.

Lamentablemente, no puede decirse lo mismo de esta primera entrega de Planeta. Por supuesto, es de agradecer que se nos ayude a completar nuestra visión de Bond en comic, al publicar sus aventuras desde los inicios. Pero es que la aportación de los guionistas Hern y McLusky y el dibujante Henry Gammidge no es especialmente memorable, al menos en este volumen, lleno por otro lado de relatos con títulos tan evocadores como Casino Royale, Vive y deja morir y Moonraker. Los argumentos son demasiado ingenuos, la narrativa tiende a resultar espesa y el dibujo es excesivamente torpe.

Así que ya saben: paciencia. Habrá que esperar a la maravillosa etapa de Lawrence y Horak en la que sí que se encuentra toda la acción, el cinismo, la erótica y la intriga que han hecho de Bond un personaje carismático y popular. Cabe recordar que esa serie se desarrolló en la edad de oro de las tiras inglesas, alrededor de los sesenta. A James le acompañaban en prensa la arrebatadora Modesty Blayse, cuyos encantos ya hemos alabado con anterioridad, y Jeff Hawke, de Sydney Jordan, posiblemente la mejor serie de ciencia-ficción de todos los tiempos, junto con el Flash Gordon de Dan Barry y el Valerian de Mezieres y Christin. En mi opinión, por supuesto.

Lo que quiero decir es: había entonces gente con un tremendo talento trabajando a la vez en diferentes periódicos ingleses y, como el mismo Jordan nos comentó en Gijón, eso aumentaba las apuestas. Todos miraban el trabajo de los otros e intentaban superarlo, en calidad y popularidad. El resultado es un conjunto de tiras para recordar que, afortunadamente, Planeta pone ahora a nuestro alcance. Primero Modesty, ahora Bond y confiemos en que Hawke sea lo siguiente, pues su publicación nunca se completó en nuestro país.

Pero la vida de Bond continuó más allá de los periódicos. En la introducción del volumen se citan los comic-books que Dark Horse editó con el personaje. Se nombra, entre otros autores como Grell o Hama, a Russ Heath. Desconozco su aportación a la serie pero se me ocurren pocos dibujantes tan adecuados como él para hacerse cargo de semejante héroe. Heath dominaba la acción y los juegos de luz y sombra y dibujaba algunas de las chicas más macizas que recuerdo. Y, por supuesto, está la aventura creada por el tándem Moench-Gulacy. Aquí permanece inédita. Sé que Gulacy no es santo de la devoción de todo el mundo. Personalmente, con todas sus limitaciones, lo cuento entre los mejores autores de comic de todos los tiempos. Y Bond es una de sus cimas. Con eso está dicho todo.
Que lo publiquen, ya.

Florentino Flórez

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