Djinn 5. África
Dufaux-Miralles
Norma Editorial. Barcelona, 2006.

 

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La llamada de la selva

Nuevo álbum con aventuras de Djinn, el sensual personaje surgido de la sucia mente de Dufaux y dibujado con arrebatadora firmeza por Ana Miralles. En esta ocasión se trasladan sus andanzas del misterioso oriente a una mítica África anterior a la descolonización.

No voy a perder mucho el tiempo con el argumento ya que, a estas alturas, poco es lo que se puede esperar de Dufaux. Prometía mucho en la serie que lo dio a conocer entre nosotros, Jessica Blandy, pero ahí se quedó todo. Desde entonces nos ha ofrecido un montón de relatos tortuosos, repetitivos y sin alma. Basura europea, perfectamente prescindible y que ni siquiera estaría mencionando, sino fuera por su ilustre colaboradora. Ana Miralles, autora valenciana que ahora mismo podríamos incluir sin dificultad entre los dibujantes más potentes y eficaces de este país, sin distinción de sexos, parece sufrir la maldición de los guionistas cachondos. Ya en Eva Medusa le tocó ilustrar un morboso argumento de Antonio Segura, con profusión de mujeres fatales y cuerpos entregados a la coyunda, en un febril ambiente propio de Torneur. Aquello, en todo caso, no carecía de fuerza dramática y era algo más que un encadenado de excusas picantes, como la muy verde El brillo de una mirada, escrita por su compañero Emilio Ruiz. Con él repetiría colaboración en la histórica e incomprendida En busca del Unicornio, donde ya pisaba tierras africanas.
Ahora vuelve al continente negro con la muy morbosa Djinn, una recreación del mundo de los harenes, una fantasía oriental que casi acabó con la colaboración entre Ana y Dufaux, cuando ciertas licencias con la actualidad le parecieron excesivas a la artista.

Al grano: este es un tebeo para disfrutar, para paladear el arte de una profesional tremendamente capacitada, con un soberbio sentido del color, un profundo y clásico conocimiento del cuerpo humano, habilidad para sorprendernos con espléndidos planos generales y que conjuga con fortuna erotismo y elegancia, serenidad. Ana es una de las grandes y con este trabajo vuelve a demostrarlo.
Florentino Flórez

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