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Mucha y más

Fue Brian Bolland el primer dibujante que, en 1987, me habló de Mucha en relación con su trabajo. Personalmente, más allá de la calidad de las figuras y cierto interés decorativo, no noto especialmente la presencia del artista checo en la obra del inglés. También mencionó otro dato que me llamó la atención: que Mucha había trabajado en la fabricación de vidrieras y que eso explicaba el llamativo grosor de su línea de contorno. Es un argumento tentador, aunque nunca he podido comprobarlo. Así que lo entiendo más bien como una de esas conclusiones gráficas que alguien descubre en un determinado momento y luego todos los demás imitan.

La presencia de Mucha en el mundo del comic ha sido más constante de lo que a veces recordamos. McCay, el creador de Little Nemo y uno de los grandes pioneros del medio, lo admite y basta contemplar su obra para comprobar que allí está la línea Mucha, con su característico salto a unos grafismos más débiles en el interior de las figuras. El checo residió en Estados Unidos durante una década, dio conferencias, impartió clases y montó exposiciones con su obra, mientras buscaba los promotores para su gran proyecto sobre el alma eslava.

Pero el movimiento al cual siempre asociamos a Mucha, el Art Noveau, tuvo una rápida decadencia. Conviene aclarar que Mucha nunca se identificó con las premisas de esa corriente, manteniéndose más próximo al ámbito simbolista y a sus particulares preocupaciones religiosas. Respecto a sus carteles, como en otros muchos casos, no eran su principal interés, que gravitaba más bien hacia la alta pintura. Como sea, nosotros lo conocemos por sus múltiples trabajos gráficos, entre los que recordamos anuncios, postales y algunos de sus libros con elementos decorativos. Lamentablemente, sus ilustraciones para libros han sido menos reproducidas, pero sin duda nos depararían más de una sorpresa. Como curiosidad, recordar que murió en 1939 en Praga, tras ser interrogado por los nazis.

Personalmente, no consigo rastrear su influencia en los comics, tras esa primera conmoción en McCay, hasta mucho después, en los setenta. De Barry Winsor Smith se citan sus raíces prerrafaelistas, algo que siempre me ha parecido muy cogido por los pelos. Puedo ver cierta relación y coincide con las declaraciones del autor. Pero donde claramente veo similitudes es al revisar a Mucha, especialmente algunos de sus libros ilustrados, como Ilsee. Los labios, ciertos ritmos de las líneas, algunas soluciones en ropas y cabellos, son muchos los detalles que encajan. Algo parecido ocurre con otro de los compañeros de Smith, Jones, aunque en su caso la presencia del checo es menos evidente.

Mucho más próximo en el tiempo encontramos a nuestro siguiente hombre, Adam Hughes. No es ya sólo que Mucha aparezca de forma marcada en su trabajo, es que además le ha realizado diferentes homenajes, como en su serie Ghost. Hughes, además, ha sido un referente muy poderoso para otros dibujantes emergentes, a quienes ha transmitido su pasión checa, junto con su placer por dibujar cuerpos gloriosos, envueltos en una línea cada vez más poderosa. En una órbita parecida situaría a Cho, que suma a la tradicional línea Frazetta-Wood y otros, las ondulantes carcasas de Mucha.

Por último, no sé si habrán notado que algunos de los autores más geométricos, como Ware, han aportado un peculiar aumento de grosor en su línea de contorno, apariencia gráfica que ha sido imitada por muchos de sus seguidores. ¿Mucha otra vez? Es posible.

Esta semana nos llega la noticia de que el Ministerio por fin se decide a establecer un Premio Nacional de Historieta, dotado con nada menos que quince mil euros. En su gestación ha tenido un papel muy relevante un mallorquín, el librero y agitador Juanmi Morey. Desde aquí, mis más sinceras felicitaciones. Ahora veremos a quien le dan el premio. Pero eso ya es otra historia.


Florentino Flórez

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