Pema Ling
Georges Bess
Norma editorial. Barcelona, 2007



 

 

 

 

 

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El retorno del yeti

Georges Bess es bien conocido entre nosotros por sus colaboraciones con Jodorowsky: Los gemelos mágicos, El lama blanco, Anibal Cinco y Juan Solo. Ahora nos llega un lujoso recopilatorio de El lama blanco, más una verdadera sorpresa, Pema Ling, otro acercamiento a esos paisajes tibetanos tan queridos por Georges, en esta ocasión sin contar con Don Alejandro.

Es sabido que Bess hace ya tiempo que desarrolla otras aventuras en solitario. Como Escondida, donde narra en clave onírica sus experiencias en Formentera. Todavía no ha sido traducido al español, como tampoco Leela y Krishna, dos fantasías orientales que firmó con su ex-mujer Layla o su libro de desparrames alrededor de Bobby, un personaje que poblaba sus cuadernos de bocetos. En todos los casos notamos una constante, como es la calidad de su dibujo que, sin abandonar sus postulados realistas, mejora y se amplia en cada nueva entrega. Y también una variable, su voluntad de reinventarse como autor completo.

Georges llevaba años viviendo a la sombra de Jodorowsky, o así lo sentía él, a quien se atribuyen todos los méritos de los argumentos que luego Bess desplegaba gráficamente. Pero hacía mucho más que eso, desde encargarse de los diálogos hasta construir el ritmo de las historias a partir de breves indicaciones del chileno. No señalo esto para criticar a éste último. He oído a varios de sus colaboradores apuntarse gran parte de sus triunfos, pero lo cierto es que todo lo que viene firmado por Jodorowsky goza de una coherencia interna, transmite una visión tan personal, que a estas alturas creo que no hace falta ni insistir en ello.

El caso es que Bess quería volar solo. Esas primeras entregas eran muy experimentales. El autor estaba forzando sus límites y los del medio y, con todo, sus muchos años en la profesión le llevaban a descargar la carga literaria y más pedante de sus argumentos con guiños humorísticos y una característica que también se le puede aplicar como persona, la de no tomarse demasiado en serio, algo bastante saludable.

Pero ahora, con este nuevo ciclo, Pema Ling, Bess vuelve a los escenarios de El lama blanco, con una historia que contiene muchos de los elementos que encontramos en los grandes relatos clásicos: una niña, la protagonista, que debe disfrazarse de muchacho, un tío monstruoso por fuera pero lleno de bondad, unos gobernantes malvados que asesinan a quienes osan responderles, en este caso los padres de la heroína, unos titiriteros que pagan cara su ansia de libertad, una niña dispuesta a aprender los arcanos caminos del tai-chi...

En fin, Georges transita territorios familiares y tal parece que su investigación le ha llevado de vuelta al origen, cuando se encargaba de la serie El Fantasma, versión escandinava. Su narración, como el clásico de Falk, tiene el aliento de lo extraordinario, de la magia que permite que los más solitarios, humillados, marginados y ofendidos, sobrevivan, se adapten y, finalmente, prevalezcan. Conocido el interés del autor por el autoconocimiento y el crecimiento del espíritu, ya podemos suponer que no se quedará en una mera acumulación de aventuras y que no faltarán los avisos morales y las enseñanzas filosóficas, con las que sin duda Bess sazonará su sabroso plato.

Hasta ahora no decepciona, su dibujo mantiene la fuerza de siempre y su historia, con esos saltos temporales que nos explican el pasado inmediato de la niña y su aprendizaje en el monasterio, funciona bien. En el capítulo de peros, apuntaría dos. Uno es pequeño: un color un poco oscuro que en ocasiones oculta la calidad de los dibujos.

El segundo es algo más grave: cierta logorrea, como si Bess quisiera demostrarnos que escribe tan bien como cualquiera y eso disparase su producción literaria, llenando las viñetas de diálogos y textos de apoyo, en más de un caso innecesarios. Yo confío en que aligere su trabajo en la próxima entrega porque la saga promete grandes emociones y mejora mucho cuando permite a sus maravillosos dibujos trabajar solos, como en la violenta secuencia de la muerte de los padres.
Ya estamos esperando la continuación.



Florentino Flórez

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