El género al que pertenece Caribe (cuarta entrega de Dieter Lumpen) puede clasificarse como de aventuras, aunque habrá que matizarlo. Muestra la vida del protagonista y algunos amigos suyos, en una plácida isla del Caribe. Y cómo se ve transtornada por la irrupción de un equipo de cineastas americanos que ruedan una película de piratas. Transcurre en los años cincuenta y aparecen alusiones a la caza de brujas, la guerra civil española, diferentes películas clásicas de Hollywood y la “muerte” de Gardel.


 

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Contiene diferentes reflexiones sobre el lenguaje del cómic y el problema de la composición interna de las viñetas.

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DIETER LUMPEN

Entrando en una descripción de los elementos empleados, encontramos algo más de trescientas viñetas. Una media de seis a siete por página. Trece viñetas son cartuchos que, como todos los textos de apoyo de la obra, se corresponden con los pensamientos del protagonista. En algunos casos, estos cartuchos van acompañados de una pequeña ilustración. Más de cien viñetas (una tercera parte) son mudas.

Respecto a la planificación, un primer recuento nos ofrece cantidades bastante repartidas. En general, sorprende el número de Planos Detalle, que son casi tantos como los Gran Plano General. Menos acento se encuentra en la zona media, sobre todo en cuanto a Planos Americanos. En cambio, los Primeros, Primerísimos Planos y Planos Medios cerrados igualan a los Generales y Muy Generales. Los autores parecen moverse a gusto por los extremos: o planos muy cortos o planos muy abiertos. Si estos últimos son lo habitual en el género de aventuras, resulta sorprendente encontrar tanto Plano Detalle y Primer Plano, que remiten a un tono más intimista. Se hace necesario subrayar la abundancia de viñetas alargadas horizontalmente, panorámicas que van de un lado al otro de la página. Casi en todas las planchas encontramos alguna, algo más de cincuenta en total.

En cuanto al uso de angulaciones como picados y contrapicados, aparecen en una quinta parte de las viñetas y son estos últimos los que tienen algo más de relevancia. Otros recursos del lenguaje son el fundido que encontramos en la página 27, las viñetas de fondo contínuo de la página 40, el plano subjetivo de la 38 y los numerosos zooms (páginas 24, 34, 36, 37 y 46). Aunque, en general, lo habitual son las transiciones por corte (espacial o temporal).

Los elementos gráficos, como onomatopeyas o líneas cinéticas apenas son utilizados. En cuanto a los bocadillos, tienen una forma rectangular de bordes blandos. Los textos de apoyo carecen de características especiales, aparte de que a veces aparecen en viñetas independientes o cartuchos.

Referente al montaje, encontramos algunas escenas en paralelo (página 5, 37 y 38), aunque lo habitual es el desarrollo de secuencias continuadas que se van enlazando por corte (espacio-temporal).

Poco más que señalar por ahora, excepto quizás el sueño de la página 27. Debe anotarse que, según comentario del propio Zentner, él desarrolla un guión técnico, incluyendo esquemas de página, planificación, señalando los silencios, aportando documentación fotográfica en ocasiones y, según sus propias palabras, “explicando a qué huele el ambiente, si es necesario”. Zentner explicó que él había reflexionado mucho sobre el medio y las posibilidades de la comunicación visual. Por esta razón, al referirnos al dibujo, especialmente en sus aspectos narrativos, mencionaremos a ambos autores, guionista y dibujante. Parece de justicia en este caso.
Antes de avanzar en el análisis, se hace necesario un pequeño rodeo.