Cuando ya pensabas que sobre Superman, el héroe blanco por antonomasia, se había dicho todo y se había dibujado todo. Cuando ya creías que era prácticamente irrecuperable. Se había denostado tanto y puesto en tela de juicio como mito, a la vez que deteriorado como consecuencia de los muchos lustros de conservadurismo rancio y memez guionística (salvo contadas excepciones), como para dudar de la calidad de cualquier trabajo que reviviera de pronto el mundo de su niñez, con sus padres, Lana y demás reiteradas ñoñerías. En eso, vienen un par de autores y te cuestionan los prejuicios y te hacen comprender que aun no está todo publicado, que cuando existe capacidad, inspiración e inteligencia, se le puede dar la vuelta y mostrar una nueva cara de ese mito que tiene más de sesenta años, que está entrando en la zona de las rebajas, haciendo de sus vivencias algo novedoso, válido, atrayente y entretenido. Eso es lo que ha ocurrido con la obra Superman. Las cuatro estaciones de Jeph Loeb y Tim Sale.

 

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El Wendigo nº 87

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SUPERMAN:
LAS CUATRO ESTACIONES

De nuevo el viejo Superman
A lo largo de sus muchos años, la leyenda ha variado de formas e incluso de nombres, pero básicamente los hechos conocidos por todos son estos: en el estado de Kansas, una pareja de granjeros, Jonathan y Martha Kent, encuentran un bebé entre los restos de un extraño artefacto, presumiblemente caído del cielo. Aunque son ya mayores, deciden hacerse cargo del niño y criarlo como si fuese hijo suyo. Transcurrida la infancia y la pubertad en las apacibles llanuras del Medio Oeste, con el fin de la adolescencia llega el momento de trasladarse a la ciudad para estudiar una carrera y labrarse un futuro.
Pero el joven Kent no es un chico normal, puede levantar un tractor con las manos, ver a través de las paredes, correr más rápido que un tren, ¡puede volar!. Con estas posibilidades a su alcance, decide consagrarse a hacer el bien a los demás, convertirse en un héroe. El problema es que ni siquiera un superhéroe puede ayudar a todo el mundo, todo el tiempo. Ante esta situación de impotencia, el chico pueblerino regresa al hogar paterno, el único lugar donde todos los problemas parecen tener solución.

El 50%

En primer lugar se ha optado por asentar la miniserie sobre dos pilares: Ingenuidad y sencillez. Jeph Loeb ha conseguido un guión tierno, amoroso y atrayente. Ha creado en torno a Superman unos parámetros ambientales muy peculiares donde se desarrollan sus actividades. Un mundo de convivencia, al que la mayor parte de los que vivimos en las grandes urbes y somos conscientes del precio que hemos de pagar por disfrutar de sus comodidades, deseamos y añoramos y que ha dado lugar al crecimiento casi incontrolable de las "urbanizaciones-paraíso", que no han hecho otra cosa -en la mayoría de los casos- que crear nuevas dependencias.

Muy inteligentemente, Loeb ha creado ese deseado e imaginario Paraíso para Superman. Con la notable diferencia que él no tiene que soportar los innumerables inconvenientes, que van desde atascos a un parque automovilístico, pasando por la pérdida de comodidades.
Ha recurrido a los orígenes de Superman, a Superboy, pero no con la ñoñez que las historias de este tipo nos tienen acostumbrados, sino con otras ingenuas pero adultas y para adultos. Ha sabido combinar de forma acertada la nostalgia con la realidad de una niñez pasada, que no perdida. Ha sabido recuperar de forma magistral a sus padres adoptivos, amigos y muy especialmente la candidez de la juventud, cuando la ambición aún no ha hecho presencia en sus vidas. Historias románticas en la que recupera un papel muy importante Lana Lang, realizadas con ternura, amor, sencillez y amenidad.

El relato de los acontecimientos está narrado por una persona distinta en cada volumen: Jonathan Kent, Lois Lane, Lex Luthor y Lana Lang. Cada uno enfoca al personaje desde su propia perspectiva: como padre, admiradora, enemigo y enamorada respectivamente. Para Jonathan Kent, Clark es su hijo, el chico que si bien no vio nacer, creció con él desde sus primeros días de vida. Es Superman, pero sobre todo y ante todo es su hijo. Para Lois Lane, Superman es la materialización del príncipe azul, del sueño de un hombre perfecto, una utopía hecha realidad. En cambio, para Luthor es el enemigo, su némesis, el mayor obstáculo en su proyecto para apoderarse de Metrópolis. Con Lana Lang, el Super vuelve a ser Clark Kent, aunque ella comienza su episodio enamorada del hombre y termina admirando al héroe. Cuatro puntos de vista que complementan el puzzle de la personalidad de un mito...