Lo primero que puede decirse del libro de Mairowitz y Crumb, Kafka para principiantes, es que, pese a ser sensiblemente complejo, se lee de un tirón. Mairowitz sabe de qué habla. No soy un experto en Kafka pero lo que nos cuenta tiene el aire de lo creible, amen de una evidente voluntad de alejarse de unos cuantos tópicos kafkianos, ofreciendo nuevas facetas del personaje, como su humor o sus relaciones con la cultura judía. Crumb se comporta de manera respetuosa con el texto, dejándolo fluir cuando conviene y desarrollando pequeñas historietas cuando la información se presta a ser estructurada en imágenes.

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El Wendigo nº 79 y 80.

Forma parte de una amplia monografía sobre Robert Crumb.

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KAFKA PARA PRINCIPIANTES

Pese a la densidad de la escritura, el dibujante da toda una lección de cómo ilustraciones y texto pueden encadenarse, complementándose sin repetirse. La fuerza del relato encuentra un vigoroso apoyo en las potentes y expresivas imágenes. En esta ocasión puede decirse que no se utiliza el cómic para conseguir algo más fácil, sino más efectivo.Entre todos los ejemplos que conozco en los que se ha usado el comic para “aligerar” una información, éste es el más rotundo. Algo que tiene mucho valor, dado que, en general, con estos experimentos lo único que se consiguen son ladrillos. Engendros en los que la parte gráfica no tiene personalidad y el texto resulta más pesado por la sobrecarga de ilustraciones. Las razones de éste éxito son varias. Por un lado, la calidad de la escritura de Mairowitz. Todo lo que cuenta es preciso e interesante. En cuanto a Crumb, ya he mencionado al principio la curiosa empatía que parece transmitir su labor. Es como si se identificara con ese Kafka nervioso, de apariencia frágil, pero lleno de pasión, que apenas consigue comunicar los abismos de su interior a través de sus relatos. Relatos que, en la descripción de Mairowitz, están cargados de referencias autobiográficas. En fin, existen elementos suficientes como para que Crumb se refleje en este ensayo. Y lo hace con brillantez. Su dibujo vuela a gran altura, sus rayados aportan la necesaria carga gótica y siniestra a una vida y unas fabulaciones que encajan a la perfección con el Crumb más oscuro. Añade algunas citas a Grosz y a un cubismo con el que ya le hemos visto coquetear en otras ocasiones.

Con este trabajo, creo que Crumb marca un hito en la tortuosa relación entre texto e imagen. De las cartelas de Foster a las reiteraciones de Den o del Eternauta, pasando por La Marea Roja de Steranko, muchos dibujantes han surcado caminos donde la literatura y el comic solían atropellarse de forma no demasiado afortunada. Bob nos demuestra que no está todo dicho en este terreno. Su larga experiencia como historietista, su talento como narrador y su habitual empleo de textos densos, le han permitido generar una obra delicadamente medida. El mejor ensayo en cómic que he leido jamás. Algo que, casi, casi, podría inaugurar todo un género nuevo.
Sólo una pega: aunque la edición argentina nos ha permitido disfrutar de este libro en castellano, su calidad es sensiblemnte inferior al original americano, que es una delicia de impresión.