Ultimate Spiderman. Edición Especial nº 8
Bendis, Brooks, Bagley, Mendoza, Hanna y Stewart
Panini Comics. Barcelona, 2006.


 

 

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Déjame columpiarme contigo

Como todo lector de comics sabe, lo de la longevidad de los personajes es un asunto complicado. Algunos, la mayoría, parecen no envejecer nunca mientras pasan de mano en mano, si son propiedad de una editorial. Otros, como Tintín, fallecen con su creador. Unos pocos ven crecer a sus hijos mientras ellos apenas peinan canas.

La cuestión es que, si se desea mantener un mínimo de verosimilitud, el asunto del tiempo tarde o temprano nos alcanza. Allá por los ochenta la editorial D.C. decidió resolver este tema y por un lado desencadenó una crisis cósmica, que ordenaba y racionalizaba los diferentes personajes que la casa había ido arrastrando durante años. Por el otro, lanzaron varios tebeos fundacionales, como Batman Año Uno, donde la historia del hombre murciélago volvía a contarse desde el principio; o la serie de Superman de Byrne, que ahora se reedita. Se trataba de remozar a los protagonistas y actualizar sus aventuras, sin el lastre del tiempo pasado.

Los de la Marvel tardaron algo más en reaccionar pero, cuando finalmente pusieron en la calle sus líneas Ultimate, pudimos comprobar que la espera había merecido la pena. Creo que no es exagerado afirmar que en la actualidad las publicaciones de esta editorial son en general mejores que las de su ilustre competencia o, al menos, esa es la sensación que tenemos con lo que se traduce por aquí.

En resumen, lo que han hecho en la línea Ultimate es poner el contador a cero. En lugar de ser hijos de los sesenta, se nos vuelve a contar la historia de los superhéroes de la casa, ambientada en la actualidad, con internet, Sadam Hussein, la globalización y todo lo que caracteriza nuestro presente.

La premisa no es ni buena ni mala pero, en manos de guionistas con talento, resulta especialmente efectiva: permite que nos regodeemos con personajes que ya conocemos como si fueran de la familia y, al tiempo, corregir aquellos aspectos que resultaban poco verosímiles en versiones anteriores o adaptar sus comportamientos a las costumbres actuales. He seguido con interés algunas de estas colecciones. Hace ya tiempo que abandoné Daredevil, que languidecía con unos guiones estirados y un dibujante demasiado artístico, pero leo con verdadero entusiasmo Los Vengadores del siglo XXI, bautizados como Ultimates y dibujados por un excelente Hitch. Y, por supuesto, Spiderman.

La serie está normalmente dibujada por Bagley, un dibujante cumplidor y que presenta unos acabados un poco desagradables, con tendencia a la rigidez. Pero es un buen narrador y soluciona uno de los puntos fuertes del guionista, los diálogos. Las largas conversaciones que inventa Bendis son una carga para dibujantes menos capaces, pero Bagley normalmente las resuelve con frescura y efectividad.

En este caso al guionista lo acompaña un dibujante menos dotado que su socio habitual. Pero es que el argumento de este especial dedicado a Kitty Pryde es tan... mono, que sobrevive a las limitadas habilidades del encargado de los lápices. Mono es bueno, como todo aquel que lea este breve pero brillante episodio descubrirá.

Como sus seguidores saben, Brian Michael Bendis ha hecho de la normalidad su sello, centrándose en la vida de quinceañero del trepamuros y haciendo que sus aventuras en esquijama sean poco más que un telón de fondo para sus verdaderas preocupaciones: las broncas en casa por llegar tarde, sus enamoramientos y primeras novias, sus estudios... Suena sencillo, pero manejar temas tan cotidianos y banales y conseguir que los héroes adolescentes hablen con naturalidad, sin resultar artificiosos ni ñoños, no es tarea al alcance de cualquiera. Y Bendis lo consigue con aparente facilidad.

En este último episodio se nos cuenta una primera cita, la del héroe con uno de los miembros de la Patrulla X. Cita que se desarrolla con frescura y una alegría que se contagia. Y sí, al menos por una vez, mono es bueno.

Florentino Flórez

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