Vida de una niña
Phoebe Gloeckner
La Cúpula.
Barcelona, 2005

 

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El © de las viñetas pertenece a sus respectivos autores y/o editoriales.

Valores familiares

Este tebeo autobiográfico gira alrededor de la relación que la autora tuvo, siendo casi una niña, con su padrastro. Es un conjunto de historietas dibujadas en diferentes momentos, la más antigua con dieciséis años, enlazadas por un mismo fondo enfermizo. Todo nos habla de una obsesión que se desea superar, a fuerza de volver una y otra vez sobre ella. Abundan las imágenes escabrosas, incluyendo algunas mamadas o esa viñeta en la que el novio de su madre vomita en la boca de su hermana pequeña; sin duda uno de los momentos más desagradables del tebeo.

No es la primera vez que se publica uno de estos tebeos-terapia. Pero sin duda es uno de los que más descarnadamente señalan hacia el trauma original, girando obsesivamente alrededor suyo, con revisiones que van de lo irónico a lo dramático, pasando por lo teatral y hasta lo morboso. No hay aquí distancia alguna, Phoebe escupe sus problemas, permitiéndonos echar un vistazo a un mundo terrible de adolescentes descentrados, donde la cuestionada familia tradicional ha sido sustituida por nuevos y movedizos modelos de comportamiento, de insospechadas consecuencias.
Aunque Crumb señala en su introducción el episodio de los drogatas adolescentes como una obra maestra, considero más logrado aquel en que nos explica la reacción del novio de la protagonista, un chico formal, cuando le cuenta que se ha estado acostando con su padrastro. Su intento de adoptar el punto de vista de la gente normal es directamente devastador, y el relato destila una ironía y una rabia contenida que el episodio de la calle de los drogadictos no alcanza, a pesar de la sordidez y el realismo de los ambientes que recrea.

En fin, el volumen no carece de la autenticidad que esperamos del verdadero arte, pero tiene más de testimonio necesario para mantener algún tipo de equilibrio mental, que de construcción dramática. En pocas palabras, reconozco su honestidad, pero acaba resultando excesiva.

Algo similar a lo que nos ocurre con la introducción de Crumb, donde confiesa que cuando la conoció también él deseaba someterla a actos degradantes y pervertidos, siendo ella una adolescente acompañada por su madre. Dado que todo el tebeo nos habla de las terribles secuelas que los abusos en su infancia provocaron en la autora, no parece lo más oportuno hacer bromas sobre ello. No sé si conseguiremos sobrevivir a tanta sinceridad.
Florentino Flórez

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