Cancervixen
Marisa Acocella Marchetto
Ediciones B.
Barcelona, 2007
212 páginas, 25 euros

 

 

 

 

 

 

 

 

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Año de difuntos

Semanas atrás entregábamos los Premios Haxtur en el marco del salón Internacional del Cómic del Principado de Asturias, en Gijón. Permiten en un rápido vistazo revisar algunos de los mejores tebeos del año. En esta ocasión se observa una peculiar coincidencia. Antes de nada, señalar que este ha sido un curso extraordinariamente afortunado en cuanto a las obras publicadas: series de gran calidad, novedades interesantes codeándose con reediciones imprescindibles y tebeos excelentes que nos llegaban desde los USA, Francia o Japón.

Y entre nuestros favoritos un tema común: la muerte. Esto vuelve a recordarnos la madurez del medio, que hace ya mucho no se limita a entretenimientos para adolescentes sino que trata los asuntos más espinosos. Y no me refiero sólo a los acercamientos de Kirkman con los zombies, ya mencionados en esta sección. Cuando repasamos la nómina de nominados y ganadores de los Haxtur vemos que muchos relatos nos hablan de la presencia de la muerte en nuestras vidas.

Así ocurre en el último Usagi, donde dos maestros samurais deben enfrentarse en un duelo final. Y en Seton, historia cuyo momento culminante se alcanza con la muerte de la loba, compañera del animal al que se da caza durante casi trescientas páginas. Parecido final encontramos en Los leones de Bagdad. "Ese día", historia corta que aparece en Barrio 4, narra el entierro de una madre, desde la visión del hijo pequeño que no se entera de nada... hasta la última página. Una historieta de emoción contenida que vuelve a demostrar la maestría de Carlos Giménez. En fin, la muerte no deja de estar presente en Orion, la recuperada serie de Simonson, o en Gil St.André, la gran revelación francesa de la temporada.

Por si todo esto fuera poco, se acaba de publicar un volumen autobiográfico donde se nos cuenta la dramática lucha de su autora contra el cáncer. El tema no es nuevo. Ya a principios de los ochenta Starlin construía una metáfora sobre la muerte de su padre en La muerte del Capitán Marvel. Allí aparecía el primer superhéroe aniquilado por la enfermedad, en un tebeo profundamente emotivo. Una década más tarde, con Frank Stack a los lápices y Harvey Pekar y su mujer escribiendo, Our cancer year se permitía una aproximación mucho más naturalista. Pekar recreaba su agonía y triunfo sobre el enemigo interior, en un álbum demasiado largo.

Ahora nos llega Marisa Acocella Marchetto, con una curiosa aproximación a estos dolorosos asuntos. No evita ningún detalle escabroso, pero se centra en sus razones para vivir. Aunque retrata a la muerte como un asaltante siempre al acecho, su mirada se detiene en su encantador prometido italiano, sus espléndidas comidas y sus suntuosos coches. Y en la envidia que ella, una enferma de cáncer, despierta en la mitad de las modelos de Nueva York. Ofrece una precisa descripción de su quimioterapia y nos explica con claridad cómo su vida cambió tras el diagnóstico. Pero también nos convence de que no se detuvo allí. Es la crónica de una luchadora con un inteligente sentido del humor. Para quitarse el sombrero.

Florentino Flórez

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