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Algo pasa con Larry

Este año el Salón Internacional del Comic del Principado de Asturias resultó especialmente accidentado ya que algunos de los invitados decidieron descolgarse a última hora. No es nuevo, todos los años nos enfrentamos a impresentables cuya palabra no vale nada y a quienes gusta dilapidar el dinero público. Pero nunca antes se habían producido tantas caídas en el último momento. Lo que produjo una situación excepcional: sólo contamos con un autor americano.

Kaluta, que descubrió un inesperado miedo a volar, nos envió una impresionante muestra de originales, entre los que destacaban algunos con tintas de su amigo, el recientemente fallecido Dave Stevens. Pero por lo demás Larry Hama estaba solo, así que procurábamos charlar todo lo posible con él.

Y les aseguro que merecía la pena. Sus abuelos llegaron de Japón para trabajar en el ferrocarril él y sirviendo comidas ella. Sus padres fueron internados en un campo de concentración durante la segunda guerra mundial y él estuvo destinado en Vietnam, una etapa de la que no quería hablar.

Ya en el instituto tuvo como profesor a Bernie Krigstein, el mítico dibujante de la E.C. Les pedía un cuaderno semanal de apuntes. En una ocasión Larry le mostró sólo un dibujo y su profesor le preguntó por el resto. La respuesta de Hama fue que prefería realizar un buen dibujo y no muchos malos. Krigstein le replicó que antes de conseguir uno bueno, debía de dibujar miles de malos, así que mejor se iba dando prisa en quitárselos de en medio.

No fue el único colaborador de E.C. con quien trató. Entró como ayudante del gran Wally Wood, con quien trabajó en las tiras Sally Forth y Cannon, ambas con edición española. Más tarde se encargó de recopilar las famosas 22 viñetas diseñadas por Wood para animar los momentos de diálogo más aburridos. El panel con esos 22 dibujos se hizo muy popular entre los dibujantes gracias a las fotocopias de Hama. Todavía hoy es fácil de encontrar en internet.

Si Wally era un alcohólico que acabó suicidándose, Hama no se despegó de los personajes difíciles, ya que luego se trasladó al estudio de Neal Adams. Era un sitio barato, donde había trabajo y café gratis. Al lado del maestro había un puesto vacío que pocos osaban ocupar. Larry lo hizo y, según sus propias palabras: “Yo sé a qué huele Neal Adams”. Tuvo las narices de aguantar sus duras críticas y aprendió todo lo que pudo. Según contaba, pocos pueden presumir de que sus primeros trabajos fueron entintados por Wood y Adams.

Más tarde se pasó a la edición y la escritura, postergando sus labores como dibujante. También hizo de actor y puede vérsele como coronel norcoreano en la serie de televisión M.A.S.H. El 11-S le pilló en su apartamento en Manhattan, desde donde oyó el impacto del primer avión. Pudo ver el choque del segundo y sentir el calor de los motores al explotar, alcanzándole en la cara.

En la Marvel conoció a Stan Lee y explicaba que cuando The Comic Journal publicó un especial dedicado a él, fue el único que hablaba bien del famoso editor. Según nos dijo, en los años que lo trató, nunca le oyó hablar mal de nadie. En cambio Larry tuvo ocasión de preguntar a muchos de los que lo habían puesto a caldo qué era lo que les había hecho Lee. Algunos ni siquiera lo habían conocido. Respecto a la eterna discusión sobre las autorías comentaba que, aunque admiraba y conocía a talentos como Kirby o Ditko, era obligado admitir que ninguno de sus trabajos posteriores a la colaboración con Lee, habían sido tan buenos como los producidos con éste.

También nos habló de la importancia de los personajes, con un ejemplo muy gráfico: “Muchos de los que han visto la peli o leído Harry Potter son incapaces de resumir lo que pasa. Pero todos recuerdan a los personajes. Conseguir un personaje con profundidad, que parezca verdadero, ese es el gran desafío de todo guionista”. Y mucho más.

Florentino Flórez

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