Biblioteca Carl Barks. Volumen I
Planeta DeAgostini. Barcelona, 2008

© 2003 El Wendigo. Todos los derechos reservados

 


El © de las viñetas pertenece a sus respectivos autores y/o editoriales.

La mejor noticia del año

Puede afirmarse sin temor a resultar exagerado que la publicación de las obras completas de Barks es la mejor noticia que los aficionados al comic podíamos recibir. Se me ocurren pocos autores a su nivel y cuyo trabajo apenas haya sido editado en España, pese a su reconocida habilidad. Como Roy Crane, al que aún conocemos menos que a Barks. Al fin y al cabo, con todos sus defectos, la colección Dumbo nos permitió en su momento apreciar el talento del viejo creador de patos. Pero desde entonces soñábamos con una edición a la altura de su calidad. Finalmente ha llegado.

Primero, señalar las zonas mejorables. Hay varios episodios coloreados a golpe de Photoshop que son directamente lamentables. Basta compararlos con aquellos que presentan tonos más planos y moderados para percatarse del error (y el horror) que supone dejar una labor, que necesita de alguien con sensibilidad, en manos del chapuza informático de turno. Si en los otros episodios no aparecen esos abusivos difuminados y esos colores estridentes ¿porqué incluirlos en el resto? Todo ello denota no sólo una evidente falta de gusto sino simplemente de sentido común. En ocasiones también se empasta la línea de contorno.

Aparte de esto, todo es un disfrute absoluto. Por supuesto, hablamos de un primer tomo, así que el talento de Barks todavía tiene que desarrollarse y mejorar mucho. Pero aquí ya saltan algunas de las chispas de su genio y, además, es muy importante que no dejen pasar esta primera entrega, no vaya a ser que la editorial se eche atrás y perdamos esta oportunidad histórica.

Barks fue el rey de la comedia de aventuras. Tomó parte de sus ingredientes de Foster, quitando el componente épico para sustituirlo por pura comedia. Aunque sus obras venían firmadas por Disney, para quien trabajaba, el público pronto aprendió a identificar su estilo. En palabras de Gilbert Shelton, que se reconoce como uno de sus seguidores: “Buscábamos al dibujante bueno”.

Más que un gran ilustrador, que también lo es, Barks sobresale por su narrativa, de ritmo trepidante y capaz de encadenar una acción tras otra en un crescendo siempre incontenible. Creador de muchos de los personajes que adornan la familia pato, empezando por el tío Gilito y siguiendo por otros como Eugenio Tarconi o Narciso Bello, hizo mucho más que trasladar la magia de los cortometrajes a las viñetas. Generó un auténtico universo patuno, un mundo amable y maravilloso en el que resulta gozoso perderse.

Algunas de sus aventuras son totalmente domésticas, como aquella en la que Donald discute con su vecino, en una escalada de agresiones en la mejor tradición del cine cómico mudo. Otras nos recuerdan que Barks fue un fiel suscriptor del National Geographic, revista que en no pocas ocasiones le sirvió de inspiración y le ayudó con las localizaciones de sus historias. En este sentido destaca la aventura egipcia de este primer volumen, o el episodio en que se pierden en el oeste.

Pero lo mejor aún está por venir. En estos días en que tantos universitarios de todo a cien se aprestan de nuevo a proclamar el fin del capitalismo, nada mejor que recomendarles las aventuras del tío Gilito, un avaro sin remedio, pero también un emprendedor, alguien siempre dispuesto a enfrentarse a los mayores peligros si se trata de conseguir algún beneficio. En Barks todo parece un chiste pero su arte es cosa seria. Por muchas pegas que puedan ponerse a esta edición, lo cierto es que estamos encantados con ella y dispuestos a disfrutar con el trabajo de un gigante.

Florentino Flórez

Artículo Anterior


Índice

Artículo Siguiente